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martes, 21 de septiembre de 2010

“Consumir el primer paso para la inclusión”

La critica tomada por Zygmunt Bauman en su libro, Vida de Consumo, es un profundo análisis a la sociedad actual. Sociedad que condiciona y diseña la vida de los sujetos centrándose en su particularidad como consumidores.
La pregunta a esta sociedad actual, la que se haría a sus integrantes es si son felices. Si sus deseos insatisfechos han sido superados. Esta pregunta no será respondida directamente por sus miembros pero ellos son invitados a responder mediante la acción del consumo, gracias a los constantes mensajes en el que asocian la felicidad con la acción del consumo:



“El consumismo puede promover la uniformidad, pero también es un poderoso diferenciador. La incapacidad de consumir es una receta segura para la exclusión. Quienes no pueden consumir son vistos como personas que no merecen cuidado y asistencia. Entonces, consumir más es el único camino hacia la inclusión social”.
Esta afirmación es la elaborada por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.
¿Que es lo que ocurre con las personas que no pueden ver sus deseos realizados como consumidores por carecer de recursos?. Bauman afirma que: “La sociedad contemporánea integra a sus miembros, fundamentalmente, como consumidores. Para ser reconocidos, hay que responder a las tentaciones del mercado. Todas éstas son cosas que los pobres -gente que no tiene ingresos decentes, tarjetas de crédito ni perspectivas de un futuro mejor- no están en condiciones de hacer. Entonces, son vistos como inútiles, porque los miembros “decentes” y “normales” de la sociedad, los consumidores, no quieren nada de ellos. Nadie los necesita. Estas sociedades del consumo estarían mucho mejor si los pobres simplemente quemaran sus carpas, se dejaran quemar con ellas o se fueran. Lamentablemente, estos deseos ocultos no hacen más que empeorar las cosas. El resentimiento resultante es más agudo y el deseo de venganza, todavía más violento”.
Zygmunt Bauman nos dice en su libro que como consumidores hemos llegado a considerar al otro como un producto que puede ser deshechado, descartado o bien “consumido”. Las relaciones en la sociedad de consumo adquieren la volatilidad de la propia acción de consumir. Y por supuesto nosotros también somos productos que pueden ser deshechados por otros. Es esta tendencia al consumo la que nos deshumaniza; las que nos invitan a pensar únicamente en la inversión en la autoestima individual.
En la primera modernidad los excluidos eran aquellos que por sus carencias físicas, psíquicas, personales o sociales no podían aportar nada a la sociedad productiva. O sea, no podían ser reclutados como soldados, o aportar un valor en la cadena de producción, o realizar las de apoyo y asistencia a estas tareas.
En la modernidad líquida, los excluidos son aquellos que son consumidores fallidos. No es un excluido en la sociedad consumista por el hecho de no trabajar, sino por el hecho de que no puede consumir de la misma manera que una persona con unos ingresos más adecuados. Los pobres no son una fuente inagotable de mano de obra disponible, sino unos excluidos que no podemos esperar de ellos nada ni proporcionan oportunidad alguna porqué son literalmente consumidores fallidos.
Esta ética del consumo llega a otra conclusión que se da incluso a las relaciones entre seres humanos. Buscamos en el otro un producto, unas características que nos satisfagan, nos proporcionen los beneficios de la relación social minimizando los costes. Zygmunt Bauman expresa en su Vida de Consumo que:
“La identidad es una condena a realizar trabajos forzados de por vida. (...). Recordemos que a los consumidores los mueve la necesidad de convertirse ellos mismos en productos – reconstruirse a sí mismos para ser productos atractivos – y se ven obligados a desplegar para la tarea las mismas estratagemas y recursos utilizados por el marketing. Forzados a encontrar un nicho en el mercado para los valores que poseen o esperan desarrollar, deben seguir con atención las oscilaciones de la oferta y la demanda y no perderle pisada a las tendencias de los mercados, una tarea nada envidiable y por lo general agotadora, dada su bien conocida volatilidad.”
Los habitantes de la sociedad de consumidores ven el mundo como piezas de repuestos a ir sustituyendo de acuerdo a renovaciones e innovaciones que cada producto nos ofrece. Esta cadena parece no tener límites ya que se espera cada vez más. Esto da a entender que también en el deseo satisfecho nadie se conforme con lo que tiene y con lo que es.

La delirante dupla Capusotto-Saborido presentaron en esta temporada 2010, de Peter Capusotto y sus videos, a un grupo de rock que parodia a la banda liderada por Luca Prodan. ConSumo,
La genialidad y la visión de la reflexión de la sociedad actual y sobre la cual se ha establecido el análisis de Zygmunt Bauman cae tambien en esta creación actoral.
Consumo: nos da su fuerza de ser:
“la banda que nos da la salida a estos tiempos de angustia y decepción”
La banda se destaca por letras que apelan a que la única solución para alejarse de la depresión y la alienación social es el consumo desmedido de cualquier cosa y que gracias a esto:
“La felicidad es posible”





Zygmunt Baumant Vida de consumo:
http://www.fce.com.ar/ar/libros/detalles.aspx?IDL=6135

1 comentario:

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